Un
concepto, ya casi desaparecido y en desuso, es el de “La gran marcha”. Este se
refiere al camino emprendido por la humanidad para lograr vivir en armonía en
este mundo, no se sabe en qué momento terminará ni cómo se desarrollará, pero quería
hablar de ella para lograr que comprendierais mi modo de ver el mundo,
introduciendo mucha historia, para mal o para bien, e intentando haceros
comprender que hay esperanza para todo aquel que quiera verla.
A
menudo, se nos explica la historia como una secuencia de sucesos que se van
desarrollando a lo largo del tiempo, esto es así, sin ninguna duda, pero la
perspectiva que tengamos de cualquier suceso es muy importante para lograr
entender la magnitud de los hechos. Con esto, mi intención es colocaros en los
diferentes escenarios históricos desde una perspectiva real o la más común
según la época.
Hay
ideas que intentan que asimilemos todos los días desde muchos medios, el otro
día escuché que los partidos de la
derecha política son los que mejor pueden entender a la sociedad, porque son
los más realistas, son los que trabajan con conocimiento de cómo es el ser
humano y para decir esto se nos insulta a toda la raza humana, nos consideran
egoístas e insolidarios y esto es un concepto antinatural que se nos ha ido
inculcando en nuestra mente.
Desde
las primeras sociedades nómadas, los primeros hombres y mujeres que poblaron
este planeta, se agruparon, como cualquier otro animal (bandadas de pájaros,
bancos de peces o manadas de elefantes, leones o cebras, todos lo habéis visto
en documentales). De esta manera, se protegían con más fuerza, les era más
sencillo encontrar comida y entablar relaciones sociales, por lo tanto su vida
mejoraba notablemente. Una vez que estas personas se fueron asentando en lugares
con mejor caza, más frutos y agua suficiente para abastecerse, estas sociedades
se fueron desarrollando más y más; comenzaron a dominar la agricultura, a
fabricar más útiles para este empeño, construir casas y abandonar las cuevas y
empezar a desarrollarse en esas aldeas que poco a poco fueron creciendo.
Cuando
estas sociedades lograron dominar la agricultura de una manera más eficaz y
comenzaron a generar excedentes de grano y todo tipo de productos, empezó a
haber una élite, por lo general los que tenían más fuerza, y por medio de la
ley del más fuerte fueron haciéndose con este exceso de producción que,
normalmente, generaban entre todos. Este fue uno de los inicios de las
desigualdades entre las personas. Luego pudieron empezar a intercambiar esta
riqueza que acumulaban y se empezaron a gestar familias que acumulaban poder y
riqueza a base del esfuerzo de los demás. La creación de armas solo hizo
aumentar estas desigualdades y perpetuarlas.
La
religión, que comenzó para dar explicación a las cosas que no entendían en
estas sociedades, se convirtieron en un apéndice de los primeros
pseudogobiernos y en sus templos se acumulaban los tesoros de las primeras
ciudades estado. Estas oligarquías, tanto religiosas como económicas, tomaban
las decisiones, llevaban a sus ciudadanos a la guerra para imponer sus
creencias, pero sobre todo para abrir camino a sus productos en el comercio
regional. Esto pasó en Mesopotamia, en Egipto, en la península de Anatolia y en
las primeras civilizaciones del continente europeo.
Muchos
imperios cayeron por la posición contraria de sus habitantes a ese tipo de
políticas, pero eso no sale grabado en demasiadas piedras, lo que se tallaron
fueron monumentales estatuas e impresionantes edificios, que quedaron en el
imaginario colectivo glorificando a reyes y emperadores.
La
esclavitud era la base de estas civilizaciones ya fuera en la Atenas de
Pericles, en la Persia de Darío, en el Egipto de Ramses II, en el imperio de
Alejandro Magno o en la Roma republicana. Es verdad que en todos estos países
hubieron muchos filósofos, muchos estudiosos de la medicina, de las artes o de
las matemáticas, pero eran estados piramidales donde la base era tratada como
personas de tercera o cuarta clase. En los diferentes tipos de democracia, que
pudieran existir, solo podía participar una parte pequeñísima de la población y
por lo tanto solo era beneficiosa para este estrato más alto de la sociedad.
Entonces
llegaron revoluciones de esclavos, como la de Espartaco (que fue la más famosa
pero no la única) y quisieron poner el mundo patas arriba, no buscaban un nuevo
modelo social, solo querían vivir con dignidad, no matarse en un circo porque
ya no eran dueños de su vida o no tener que trabajar sin descanso, hacer todo
lo que se les mandaba sin rechistar, solo buscaban poder ser libres.
La
religión también sufrió cambios con el cristianismo, Jesús de Nazaret fue considerado
como el hijo del dios de los judíos, estos se negaban a unir a su divinidad con
el resto de los romanos y por ello permanecieron como un ente diferente al
resto de Imperio. Jesús habló de opresión y de injusticia, siempre teniendo en
cuenta su educación hebrea. Su palabra se perdió en el tiempo y desde el
momento que se promulgó el edicto de Milán y el cristianismo pasó a ser le
religión del Imperio, comenzó a introducirse en las elites gobernantes y a
saquear al pueblo como antes lo habían hecho los antiguos sacerdotes del culto
romano. Se olvidaron de que en la riqueza estaba uno de los males de nuestra
sociedad y se confundió cristianismo con poder. El fervor religioso e inculto
que se propagó por la ciudadanía romana llevó a destruir obras de arte, quemar
biblioteca y olvidar a los antiguos pensadores.
En el
momento que la religión se hizo con fuertes vínculos al poder de los estados
europeos comenzó una de las épocas más oscuras de la humanidad. Los que antes
eran esclavos, ahora eran siervos y si habían conseguido algo de libertad, el
hecho de estar arando y cultivando una tierra para un señor feudal no le
proporcionaba ningún bienestar. La iglesia explicaba a la masa inculta que
ellos venían a este mundo a sufrir y ya vivirían bien en la otra vida. A través
de grandes templos les enseñaban los textos sagrados de una manera temerosa,
mayoritariamente la vida de los mártires o el apocalipsis. Así la gente no se
plantearía cambiar este mundo.
Con el
paso de los años, los señores feudales solo fueron casándose entre ellos y
juntando tierras por medio de matrimonios, con lo que cada vez eran más
poderosos y cada vez más avariciosos, entrando en este juego la iglesia, por
supuesto.
Si algo dio
un poco de luz en aquellos años fue una nueva religión en la península Arábica,
el Islam comenzó a propagarse por todo el mundo conocido. En la península Ibérica
dio muestras de su inteligencia: Los árabes siempre habían sido nómadas, al no
tener una cultura propia en las artes o en el pensamiento, absorbieron la
cultura de todas las civilizaciones que les rodeaban, por ello, los grandes filósofos
de la edad media pertenecieron a esa religión (Detrás quedaban algunos
cristianos como Santo Tomás o San Agustín que solo copiaron los textos de
Platón y Aristóteles, mayoritariamente, para darle un mayor soporte a la
religión cristiana.) Como decía, en la península Ibérica fue muy positiva la
marca que dejaron, ya que además de crear diferentes canales y acequias para un
mayor aprovechamiento del agua, que aun se utilizan, crearon una ambiente que
con la conquista cristiana nunca se volvió a dar, lograron una convivencia muy
razonable entre cristianos, musulmanes y judíos, es verdad que la tensión a
veces se respiraba, pero quizá solo se lograra esto en la antigua Al-Andalus,
que sería finiquitado por el radicalismo ideológico de las diferentes
religiones.
En esta
concordia, que debería ser rescatada para el ideario colectivo, va a ser un
punto y a parte en este texto. Pronto continuaré por donde lo he dejado, que ya
veo que este es algo extenso. Gracias por leerlo.