En el momento en el que este año respira sus
últimas bocanadas de aire, me dispongo a escribir sobre lo que ha acontecido,
sobre cómo ha sido el camino que hemos emprendido este año, a dónde nos lleva,
que errores y que aciertos hemos cometido, que victorias y que fracasos y que
opinión tengo de ello, que pienso y que tengo que ir sacando de mis entrañas
para que no se me quede una sensación de silencio y acumulación dentro de mí
que no me deje respirar.
El mundo gira y gira, nosotras sólo vivimos
en un minúsculo espacio de tiempo y siendo una persona entre millones, aunque
nuestros pensamientos sean infinitos. A penas contamos como algo en la historia
de la humanidad, nadie recuerda quien inventó cosas importantísimas para la
humanidad, para la historia del universo no somos nada, ni siquiera nuestro
planeta quizá, y sin embargo existimos, pensamos, crecemos, dudamos, aprendemos
y nuestro objetivo es avanzar, mejorar como especie, mejorar la vida de las que
nos precedan, estar a la altura de las que estuvieron antes que nosotras por
este loco planeta, empapándonos de su sabiduría, corrigiendo sus errores.
El año lo comencé en Argentina; fue toda una
apertura de ojos, de ver el continente por donde vendrán los cambios para la
historia de la humanidad, el laboratorio de la izquierda postsoviética, el
lugar donde el capital muestra su cara más despreciable. Porque el capitalismo
no debemos olvidar que no es sólo EEUU y Europa, el capitalismo es África,
Latinoamérica, India, sudeste asiático, es guerra, golpe de estado, gobiernos
títeres. Allí buscan políticas de empoderamiento de la sociedad, de protección
social, de cooperativismo laboral y de democratización absoluta. Evidentemente,
nada es perfecto y si el pueblo no se involucra en los cambios de su país los
problemas aumentan por falta de fiscalización, crítica y propuestas.
Regresé a España y me sorprendí caminando
junto a miles de personas en las marchas de la dignidad del 22M, compartí pasos
con gente que tenía ansias por mejorar este país, este mundo. La idea de
unificar la izquierda para lograr unos objetivos comunes parecía más cercana;
pan, trabajo, techo y dignidad, ese era el grito más repetido y ese nuestro
programa ante la sociedad.
Al llegar a Elda, intenté involucrarme en mi
pasión, en la política. Estuve en la plataforma de “No al castelazo”, una
organización que pretendía que una de las pocas plazas históricas de mi ciudad
no fuera derribada para mayor gloria de nuestra alcaldesa. Recogimos firmas,
hicimos charlas, reuniones de trabajo, asambleas por barrios, todo lo que se le
puede exigir a una plataforma ciudadana. La gente dio una respuesta sincera con
las firmas, llegamos a superar las 4.000. En contrapartida, las asambleas eran
poco numerosas, las reuniones de trabajo cada vez menos eficientes y la
ciudadanía mostraba sus quejas en las conversaciones o por las redes sociales,
pero era incapaz de apoyar las acciones de una plataforma que pretendía que no
se hiciera una obra faraónica, por un precio desorbitado y lo más triste es que
les repercutía a todos, que hay gente pasándolo muy mal económicamente.
Las críticas nos llovían por todas partes,
unos diciendo que éramos unos antisistema, otras que éramos muy blandos, todos
desde el exterior, sin arrimar el hombro, sin limar las asperezas para conseguir
un objetivo claro, justo y necesario. La plaza está actualmente en obras. La
plataforma continúa sin tener un
objetivo claro, si hubiera tenido una respuesta popular contundente
quizá no hubiéramos logrado la paralización del proyecto, aunque sí podríamos
haber conseguido crear una plataforma ciudadana para la participación ciudadana
que lograra ser escuchada ante estos injustos actos de los gobiernos
municipales.
Durante este periodo pasaron las elecciones
europeas, que supusieron un auge de mi formación, IU, consiguiendo uno de sus
mejores resultados. Ahora estamos pagando, con creces, la falta de
democratización interna de la organización para la confección de listas, ya que
en estos comicios se presentaron unos compañeros, a los que habíamos glorificado,
y que al decir que querían primarias para elegir al candidato, los dejamos
marchar. Cierto es que fuimos algo torpes; hoy hacemos primarias por todo el
estado.
De hecho, en las primarias de EUPV un grupo
de compañeras presentamos una lista, en la que yo estaba incluido. Nuestra
intención fue que no hubiera una lista única pactada (luego se dividió en dos),
que las asambleas de base tuvieran el poder para elegir candidatos y que en las
primarias se colocaran en orden y se desecharan los que la militancia considerara
que no debían ir. Poca gente nos quiso entender, nuestros nombres estaban
puestos en orden alfabético para que la decisión no llevara ningún tutelaje y
el militante se sintiera más involucrado en la decisión, por tanto, informarse
mejor y, quizá, pudiéramos lograr una militancia más activa aun. Pues no pasó,
la gente no nos votó, muchas votaron en lista cerrada, con la numeración que
llevaba la lista sin plantearse el resto.
El partido que surgió de nosotros mismos fue
Podemos, un partido de una verticalidad muy pronunciada, con una cúpula muy
preparada y que siempre hemos tenido en IU en gran estima. Su carismático líder,
Pablo Iglesias, llevando un discurso claro y potente ha logrado que las
encuestas le aúpen a lugares donde IU nunca llegaba. Estamos completamente
desplazados de la actualidad política, para el sistema es más cómodo un Podemos
con ideas difusas, silencios, sin mojarse, sin situarse ideológicamente…
La ciudadanía encantada, toda la labor de
movilización de muchas organizaciones durante estos años (IU, PAH, Marchas,
Mareas, etc.) se ha frenado de golpe, ahora hay que ganar las elecciones, eso
parece lo fundamental, aunque con ello engañes al pueblo. En noviembre las
manifestaciones por las marchas apenas lograban reunir a 2.000 personas en
Valencia y Alicante, una cifra irrisoria a las que se estaban dando
anteriormente.
Yo considero que IU tiene que hacer un
trabajo pedagógico, hacer comprender a la población que para cambiar este país
y este planeta se tienen que esforzar, tienen que presionar, tienen que exigir,
tienen que tener instrumentos para lograr canalizar sus quejas. En IU tendremos
que cambiar vicios, creernos nuestros discursos e intentar unificar criterios.
Borrar toda mancha de colegueo, amiguismo, apoltronamiento, nuestro objetivo es
cambiar el mundo, pues no desfallezcamos.
La situación extrema que atravesamos, lleva a
la sociedad a buscar un salvador con tal de no tener que hacer nada,
continuando con su vida y mostrando su queja a través de un voto. Tenemos que
intentar luchar por una sociedad más activa políticamente, que no nos pase como
en el 82 cuando gente se cambió de camisa para votar a Felipe González,
hubieron hasta los que se marcharon de partidos de izquierda verdadera para
cambiar el PSOE desde dentro, ya podemos ver el fracaso de esa táctica. El único
camino es la lucha por nuestros derechos, dejar de ver tanto fútbol y crearse
una conciencia crítica de lo que sucede, dejar los programas del corazón y
exigir nuestra igualdad racial, sexual, económica,…
Que ahora Cañamero se vaya de IU para mi es
una decepción, porque es una persona de acción, es un persona con la que me
enorgullecía de compartir militancia, pero en el SAT, o CUT-BAI, también tienen
sus incoherencias, igual que nosotros. La esperanza la ponemos en que un
partido hermano como Syriza se postula como vencedor en las elecciones griegas,
esperemos que sea la grieta por la que nos empecemos a colar en la realidad
europea.
Ahora sólo queda que hacer un programa común
en el que muchos nos unamos y para mí lo fundamental sería: Derecho a la
vivienda garantizado; mejora de la educación y sanidad pública, quitando ayudas
a concertadas y privadas del tipo que sean; creación de trabajo, mejorando condiciones
laborales y reduciendo las horas de los que trabajan; democratización absoluta
del estado; derecho de autodeterminación de los pueblos; solidaridad con los
países que condenamos al subdesarrollo, ayudas a la dependencia y un alguna cosa
más que se me escape.
Nadie habla si no va a ser escuchado; yo en
los últimos meses tengo menos ganas de escribir y hablar, siento que la gente
se esconde, que otros desconfían y aunque dicen que me respetan, me siento muy
sólo en mis opiniones, poco valorado. Así que se me quitan las ganas de
continuar luchando contra viento y marea, de intentar ser pedagógico,
comprensible, a veces tengo ganas de quedarme en silencio y otras lo hago ante
la poca atención que me prestan. Luego recuerdo a Brecht, a sus imprescindibles
y continúo…
Por último, sólo quería poner en relieve la
importancia de que esta sociedad se empodere, se manifieste, participe, luche,
crea, aprenda y debata, construya. No le demos una carta blanca a una persona,
mostremos nuestra opinión, reforcémosla y levantémonos, si no es imposible.