lunes, 11 de mayo de 2015

La plaza del Pueblo

El sábado por la noche, reinauguraron, de una manera encubierta la plaza Castelar, utilizando las fiestas de Moros y Cristianos, que son de todos y todas las eldenses. Me hubiera encantado poder mostrar mi repulsa por esta obra, por el despilfarro que supone y por la pérdida de identidad que provoca a la ciudad de Elda, aunque lo cierto es que los festeros no tienen ninguna culpa en general y es por ello que no se ha planteado ninguna acción para este acto, por muy instrumentalizado que estuviera.

Hace unos años, allá por el verano del 2006, escribí un texto (http://www.fotolog.com/tlibertad2/15466628/  -30/08/2006-) de un lugar muy especial y que quiero compartir con vosotros y vosotras y luego desarrollaré:



<<Ayer por la tarde estuve en el lugar de la foto, la Plaza Castelar de Elda, simplemente quería disfrutar de mi ciudad, de la gente que la habita, sin resaltar, como si fuera un átomo invisible de aire, o una gota de una fuente, como si nadie supiera que estaba allí, observándoles, sin idea de cuáles eran sus preocupaciones, ni ellos de las mías, sin saber si están malhumorados por volver de vacaciones, preocupados porque no tienen trabajo, o inquietos con lo que van a hacer sus hijos con la vida.
Simplemente me senté en un solitario banco, en el mismo en el que me sentaba desde mi niñez hasta ahora. En aquel que he intentado reordenar mis pensamientos, mi vida y en el que, finalmente, tome la decisión de cambiar de aires.
En ese momento de fluidez de pensamientos, se acercaron dos ancianas y me preguntaron si podían sentarse a mi lado, a lo que yo respondí con velocidad: -"¡Cómo no!"-
Sin saber por qué comenzó una conversación muy interesante; me explicaron que ese era su banco favorito (igual que yo, pero ellas ya habían visto pasar a tantas personas desde aquel lugar...). Yo me encendí un cigarrillo y ellas viendo un cartel de un balcón, me dijeron que me podía comprar una vivienda que estaba en venta. Creo que mi cara fue más expresiva que mis palabras y comprendieron enseguida que no la compraría por muchísimas razones. Metidos en el tema le explique que en 2 días me iba a París, ellas me felicitaron como personas que nunca habían vivido fuera de esta ciudad, pero les hubiera encantado.
Las dos señoras continuaron hablando de sus cosas, yo acabé mi cigarro y les comuniqué que me iba a casa ya, pero a ellas aún les intrigaba una cosa, así que preguntaron:
-"¡Oye! ¿Esperabas a alguien?"-
Yo muy sonriente les contesté:
- "Si, pero tenía que haber pasado hace 3 meses por lo menos, ahora ya..."-
A lo que ellas respondieron con una pícara risa: -"Pues si viene alguien le diremos q pase por tu casa"- Y la amiga le corrigió -"Mejor le diremos que se pase al año que viene por este mismo banco"-
Yo les dije que si se lo decían a alguna persona interesante se lo agradecería y solté una última carcajada, me levanté, y pude ver sus caras de tristeza porque, como dijeron ellas, era muy simpático. Les dije lo encantado que estaba de haberlas conocido y me fui pensando los ánimos, no sé por qué razón, que me habían dado ese par de ancianas, para ir hacia delante, ir a donde quisiera y pudiera.
Me alejaba muy poco a poco, como si mis pies fueran de plomo, tomé aire con gran fuerza para recoger toda la energía que había en esa plaza en ese preciso instante, continué caminado con la sensación de que me hubiera gustado guardar este momento en una burbuja, pero que entonces perdería todo su encanto. Igual no vuelvo a ver a esas señoras, pero ¿Sabéis qué? Me encanta ese banco; en el que yo he hablado y he estado solo, otros se han besado, algunos se han amado, hubo gente que conoció la amistad y todos no han tenido más remedio que observar; ya sea al de al lado, como al de más allá o incluso la soledad que habita por las noche en él…>>

Estas palabras las escribí unas horas antes de irme a París a estudiar, fue la primera vez que iba a dejar de vivir en Elda, fue un cambio muy grande para mí, después de París vino Valencia y luego Argentina. Cada vez que volvía a Elda, a mi ciudad, me iba a ese banco a fumarme un cigarro, a ver la figura del gran orador, a escuchar la fuente, a sentir como el sol me acariciaba las mejillas, viendo como los niños correteaban a mi alrededor y la gente pasaba cargada de bolsas del mercado.

Hoy veo como esa plaza ha desaparecido, como ya no tiene que ver con la que he recorrido siempre, la que está instalada en mi recuerdo. Ahora veo una plaza nueva, carente de personalidad ¡Lo nuevo es lo bueno! Parece que gritamos los eldenses tropezando una y otra vez con esa piedra, esa vocecilla, a lo Pepito Grillo, que nos dice que dejemos nuestro patrimonio en paz. Sus jardines -conservados en estructura desde su inauguración-han perdido su esplendor y sigue ese alcalde no elegido, ese busto ignominioso, frente al republicano presidente que se avergonzaría de sus paisanos si tuviera manera de expresarse.



Yo no podré enseñarle la plaza en la que jugué como niño a mis hijos, igual que mi padre no me la pudo enseñar a mí, porque este es ya el segundo “Castelazo” que sufrimos y así, de esta manera, yo no reconocería la Elda en la que nació y creció mi abuelo, porque con los años se ha ido destruyendo muchos de los elementos singulares de esta ciudad, por dejación o por interés.



Perdimos el templete, que tan sólo tenía poco más de veinte años y ya se había ganado todo el cariño de los eldenses ¡Todo lo hacían con grandes miras! Calles por donde circulen coches en el casco antiguo, fuera las casa viejas y viva los descampados, las casas ruinosas y, de paso, que se hunda el castillo.

Hace una semana, el concejal de cultura decía que hacía todo lo que podía para proteger el patrimonio, pero que no había recursos ¿De dónde sacar el dinero? Más de 1.500.000€, además de otras obras de última hora, serían un buen comienzo para hacer obras, crear trabajo, y arreglar casas para, por ejemplo, las familias que los bancos echan de sus casas.




En fin, yo no pude hacer más, en la plataforma “No al Castelazo” hicimos todo lo que estuvo a nuestro alcance para poder paralizar esta obra. Lo avisamos, pero la ciudadanía eldense aun andaba algo adormilada, aunque el caluroso mayo está aquí y siento que el despertar de este pueblo hará tambalearse los cimientos de estos gobiernos injustos que hemos tenido. A mí el sábado me cayeron lágrimas al ver lo que habían hecho en esta plaza, en la plaza del pueblo, que tantos sentimientos me trae, que ya no será la misma, pero ya lo dijo Don Emilio Castelar: “Una vida en que no cae una lágrima es como uno de esos desiertos en que no cae una gota de agua: sólo engendra serpientes.” 

Esta foto es de la noche que vi mi banco arrancado...