La
semana pasada conocimos la noticia de que uno de los arcos del
Castillo de Elda se vino abajo por las copiosas precipitaciones de
las últimas semanas. Estuviera planeado o no, es una muestra del
deterioro y la fragilidad de nuestro patrimonio y la necesidad de
tomar medidas a corto, a medio y a largo plazo para potenciar esas
pocas construcciones con valor histórico o etnológico que han
llegado a nuestros días.
Nuestra
ciudad tiene un patrimonio histórico en peligro de muerte, una
muestra de ello, es que en el pasado FITUR, Elda ha sido incapaz de
llevar una oferta mayor que sus fiestas y sus outlets de zapatos. El
problema es que, aún siendo dos características muy
diferenciadoras, le sigue faltando ese entorno de valor añadido, que
pueden hacer de estos elementos el mascarón de proa a la hora de
ofrecer una experiencia en nuestra ciudad más enriquecedora.
Elda,
en primer lugar, tiene que poner en valor los elementos singulares
que poseé; la maravilla natural, arqueológica e histórica que
tenemos, junto a Petrer, en La Torreta, El Monastil, Pantano, Arenal
y la finca de “El Poblet”, pendiente de ser declarada B.I.C. y
que también está incluida en la ruta que elaboraron profesores de
la Universidad de Alicante de los elementos de la IIª República y
la guerra hasta “El Fondó” en Monovar. Estos dos espacios se
podrían poner en marcha desde ya y tendrían poco coste económico.
A
su vez, debemos mirar hacia el futuro y se deben ir poniendo las
primeras piedras para tener un casco histórico en concordancia con
su nombre; potenciar un P.R.I. recuperando el trazado de calles
antiguas en solares, recuperar edificaciones catalogadas en riesgo de
ruina o regular las fachadas para que estén más acorde con el
lugar. Restaurar edificaciones industriales antiguas (Aguado o
Emerito Maestre), el Cuartel de la Guardia Civil o la Plaza de Toros
para que sean lugares culturales, de memoria, para la sede
universitaria, de ocio alternativo con aulas creativas, salas de
ensayo y conciertos. Buscar la renovación museística y la
promoción, ayudando a generar actividades a los museos del calzado,
arqueológico y etnológico.
El reto es complicado, más después de años de abandono y desidia.
No podemos ir a vender humo en un lugar como FITUR, debemos gastar
menos en promoción exterior y más en regenerar la ciudad. No es
cuestión de hacerlo con prisas, pero sí se tienen que dar los
primeros pasos; ampliando las partidas de patrimonio, creando
proyectos participativos, empezando excavaciones arqueológicas...
Pero la quietud de este equipo de gobierno, en todos los sentidos,
nos aterra ante un paciente tan enfermo como el patrimonio eldense.