Cuando una persona se va conociendo a
través de su experiencia, actúa de una manera determinada por lo
aprendido, de modo empírico, siendo consciente que muchas veces ha
obrado de manera equivocada y la reacción ha sido negativa. Y, a su
vez, cuando las cosas le han sido favorables, graba en su cabeza a
cincel, si fuera necesario, su modo de proceder para que, de esta
manera, lo que le ha hecho dichoso se extienda, perdure en el tiempo,
llevando a cabo, para uno mismo, la tercera ley de Newton, que nos
dice que toda acción tiene su reacción.
Teniendo en cuenta esta forma de
pensar y, por ente, de operar. Creí que si me esforzaba en hacer
todo bien, en coherencia con mis pensamientos, con mi corazón como
guía, la empatía como manera de decidir como debían ser mis
relaciones humanas, políticas o sociales. Así, la vida me
recompensaría, las cosas que marcharan peor (por aspectos del
destino, dificultades que se nos muestran diariamente en este sistema
injusto) pues se irían limando para mejorar o cimentarían un futuro
mejor, del que me sentía melancólico ante lo que proyectaba,
ansioso por acercarlo, alejándome, en ocasiones, de la realidad.
Con todo esto rondando por mi mente,
después de haberme desvivido por lo que quería, lo que deseaba, lo
que anhelaba. Este verano mis sueños, mis proyectos, estallaron en
mil pedazos sin ninguna oportunidad de poder arreglarlos, únicamente
me quedaba ponerme a buscar la formula de recuperar sus cachitos y
recomponerlos como un rompecabezas laborioso, costoso, y empleando el
tiempo que hiciera falta. Todo ello me instaló en el desánimo, en
la desesperanza, ya que demostraba que la forma en la que venía
trabajando para que aspectos vitales de mi existencia fueran bien, no
servía para nada y, de esta manera, ponía en relieve que no había
hecho la cosas bien, mayoritariamente, pues los resultados que había
obtenido a mi manera de afrontar la vida, me habían otorgado
resultados negativos.
Por tanto, tal y como había actuado,
pensado u obrado no era la manera correcta, ya que hoy tengo la
sensación de que la vida me va cuesta arriba, está por construir y
responde a un modus operandi
erróneo, que ha logrado que
me replantee todos mis principios, toda mi forma de pensar, y
reformule nuevas maneras de caminar por este mundo y afrontar la
mejor manera para que los habitantes de este planeta tengan un vida
digna. Pues
lo trabajado y luchado, hasta ahora, quedaba en tela de juicio, en
cuarentena, hasta lograr discernir con mayor claridad, mejores datos
y
más seguridad, así, de esta forma, no vuelva a emplear mi tiempo y
mis reflexiones en proyectos que me encaminen hacia el fracaso, la
perdida de tiempo o la
sensación de abandono.
Ante
esta crisis de identidad, este renacimiento de mis inseguridades
vitales, tuve que volver a la
raíz de mis ideales, a los conceptos básicos de mi lucha, de mi
ideología, para que, de una manera crítica, edificar
de nuevo una construcción sólida, con buenos cimientos y conseguir
labrar, de modo introspectivo, un nuevo planeamiento vital que se
reflejara en formulas de lucha social y política, para así
conseguir una sociedad más justa, libre e igualitaria.
Por
toda esta tormenta de pensamientos, con la que introduzco este texto,
no dudé ni un instante cuando me propusieron conocer Palestina,
mirar
al capitalismo a los ojos, con sus
fauces bien abiertas representadas
en el militarismo sionista y,
de esa forma, ver a los más
perjudicados por el este
sistema injusto e inhumano,
recogiendo conocimientos básicos para, así, reforzarme a la hora de
llevar mis
ideas a la praxis, sujetándolas a la realidad, con los pies en el
barro, viendo realidades diferentes, complejas, desesperadas.
Atestiguando,
personalmente, la capacidad de resistencia palestina, su lucha, su
orgullo y su alto sentido de justicia, lo
que ha sido para mí una
dosis de moral y motivación, haciéndome comprender mejor lo
necesaria de la lucha en común frente a un enemigo que nos aniquila.
Aquí
comienza mi relato de lo que viví en Cisjordania, junto a gente
maravillosa, en unos días en los que crecí como persona,
fortaleciendo mi ánimo, mis
principios y mis energías por cambiar este planeta, con fecha de
caducidad por la irracionalidad de los que lo poblamos.