martes, 17 de diciembre de 2013

Discapacidad en Marcha

Los kilómetros no pueden separar los sentimientos, los gestos de grandeza. Ayer asomándome a la ventana que supone la pantalla de mi ordenador, desde Argentina, volví a sentir el orgullo de unos trabajadores que se implican, como dijo Gabriel Celaya: “Maldigo la poesía de quien no toma partido hasta mancharse”. Y es que estos trabajadores tienen mucho de poetas, algo de guerreros y rebosan humanidad por todas partes.

Marchan manchándose, alzando la voz por los que no se les escucha, siendo el altavoz de este colectivo pequeño que no mueve a grandes cantidades de gente, pero que muestra hasta donde son capaces de llegar las políticas de recortes y austeridad. Pretenden encerrar a los discapacitados en los centros, recortando en su calidad de vida, minimizando sus excursiones, encarcelados sin haber cometido ningún delito.



Muchos trabajadores han salido a recorrer casi 200 km caminando, desde Almoradí hasta Valencia, pidiendo simplemente respeto y dignidad ¡Que fácil parece! Respeto para personas que no se valen por sí mismas, dignidad para estos chicos que quieren aprender un trabajo, que quieren mejorar, por aquellos que no se valen por sí mismos y, en muchas ocasiones, no tienen ni familia. Pero en el País Valencià hace ya años que no se tiene respeto por ningún servicio social, que no reportan dignidad para aquellos que lo tienen más difícil, que se tienen que esforzar el doble y que deberían despertar entre la sociedad la admiración a todas las personas discapacitadas que luchan por vivir, como cualquier otro.

Los quijotescos trabajadores de estos centros, no confunden molinos con gigantes, y saben perfectamente hacia donde se dirigen y con qué objetivo. No dejan de trabajar, siempre con la misma profesionalidad y ternura, a pesar de la falta de material o de las nóminas impagadas; sus “chavales” les dan más fuerza y, por ello, cada paso que avanzan, cada vez que sus desgastadas suelas chocan contra el suelo, se convierte en un atronador sonido que temen desde los despachos de la Generalitat.

Estos trabajadores caminan por la discapacidad, caminan por una de las razones más justas que puede haber, que es la defensa de los más desprotegidos. Su marcha no tendrá el apoyo de mucha gente, en muchas ocasiones, ni de su patronal, pero con cada paso que se acercan a la capital del Turia, se acercan también a nuestros corazones como un grito de rebeldía frente a las injusticias.




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