lunes, 28 de noviembre de 2016

La ciudad como escenario


La cultura es el conjunto de conocimientos de un grupo social que permite desarrollar un juicio crítico. Esta, se desarrolla por medios artísticos y supone la expresión e influencia de una sociedad o una época a la hora de crear. Por tanto, las administraciones públicas, ante una definición tan amplia, tienen la labor de fomentarla en todas sus expresiones.

Hace un par de semanas, me encontré un teatro Castelar casi lleno para ver un espectáculo de danza contemporánea interpretado por jóvenes de la ciudad. A su vez, me comunicaban que una gran obra de teatro, que había triunfado en los últimos premios Max, se iba a suspender ante las pocas entradas vendidas. Estos hechos van enlazados y nos llevan a comprender una evidencia; que la política cultural que se está realizando no es eficiente y muestra que se está comenzando la casa por el tejado.

Como en muchos otros aspectos de la vida pública, para que la gente se implique, debemos favorecer la participación, que se trabaje desde abajo hacia arriba. Tenemos una ciudad con multitud de asociaciones o personas interesadas en la cultura, debemos darles los instrumentos necesarios para que se multipliquen, para que puedan mostrar lo que hacen, para que puedan ensayar, practicar, aprender o compartir. Hay que conseguir recuperar espacios para la ciudadanía; nuestro municipio tiene inmuebles, con alto valor añadido, inutilizados o medio ruinosos que pueden desempeñar una gran labor como centros culturales, albergando lugares de ensayo para músicos o teatro, aulas de pintura, escultura o cine, salas de exposición, etc. Aprovechando la gran creatividad de nuestros vecinos y vecinas, y revitalizando zonas históricas de la ciudad de manera colaborativa y cooperativa.

Por tanto, tenemos que buscar hacer de Elda una ciudad escenario, utilizando todos los lugares que nos ofrece, no sólo el teatro Castelar con una gran programación, también parques y jardines, donde podrían tocar grupos de música o los y las alumnas del conservatorio, y recuperar espacios para la realización de toda acción que fomente el asociacionismo cultural, tan necesario para una sociedad plural y crítica.


lunes, 7 de noviembre de 2016

Trabajo colectivo y participativo frente al abismo

 Este mundo, cambiante y en movimiento constante, nos ofrece muchos retos que lograr superar. Los días, más oscuros y fríos, logran helar muchas de nuestras ilusiones, de nuestros anhelos, de esa sensación tan cálida y tierna que nos ofrecen todas aquellas que nos quieren, que nos empujan a ser mejores, que nos acompañan en el tortuoso camino por un mundo más justo, libre y sostenible.

Yo camino con prisa, sonriendo, con calma, pensando, con zapatillas, tropezando y manteniendo el equilibrio; en ocasiones todo a la vez, otras escogiendo mis pasos y viendo como un pie adelanta al otro. Melancólico por el pasado, sacando todas sus lecciones, e impaciente por ese mañana que tenemos que conquistar, reflexiono sobre todo lo que tenemos que trabajar para acabar con esta hidra de mil cabezas, que cuando crees haber cortado una aparecen otras diez, llamada capitalismo.

En mi día a día ocupo una posición privilegiada, un lugar al que llegué por medio de unas primarias entre simpatizantes y afiliados de EUPV-Elda, después hubieron 2.122 eldenses que depositaron su confianza en el proyecto que simbolizan estas siglas, en el programa que se elaboró de manera colectiva. Así, de esta forma, comencé hace algo más de un año como concejal en el Ayuntamiento de mi ciudad, como digo un espacio donde el eco de mi voz no solamente chocará contra las paredes y personas que están de acuerdo con lo que digo, sino que logra llegar a algunos oídos nuevos, a ciertos rincones, y todo gracias a este altavoz público.

Mi objetivo político, no ha consistido en otra cosa que en intentar concienciar cada vez a más gente, en que muchas de las personas que deambulamos por esta sociedad seamos conscientes de que el sistema capitalista es el principal culpable de las miles de muertes por hambre que se dan diariamente en el mundo, que el desastre ecológico y, por tanto, la autedestrucción como especie a la que nos acercamos cada minuto es producto de la avaricia económica de unos cuantos que exprimen este mundo por conseguir más beneficios, permitiendo la guerra, la semi-esclavitud, la degradación de los seres humanos, los animales y plantas ante el pensamiento de que todo vale si aporta más dinero a un pequeño grupo de personas en este mundo.

No os digo esto porque soy un iluminado, ni porque me considere más listo que nadie, casi lo contrario, hablo de todo esto después de un riguroso análisis de la realidad, de la búsqueda de información, de la lectura, del debate, de la simple concepción de que si no hay un control democrático de la economía, unos derechos básicos para toda la población, no habrá futuro para nadie.

De esta manera, explicaros que me siento con una gran responsabilidad, que cada día me exijo más y más para que de una manera pedagógica la gente pueda ver las cosas como yo lo hago, para dotar a esta población de los instrumentos necesarios para que puedan decidir y que ese empoderamiento social, se traduzca en la máxima participación en movimientos sociales, políticos y culturales. No podemos consentir que los intereses de una minoría se pongan por encima de la toda la clase trabajadora y empobrecida. Sé que es una tarea titánica, pero tenemos que comenzar a dejar de lado esa apatía, ese conformismo y comenzar a tomar consciencia de los que ocurre en el mundo, de lo que le ocurre a tu vecino. Así que ampliemos los lazos de solidaridad, informémonos de una manera crítica, dejemos de lado a las grandes empresas de información que nos obligan a resignarnos, a esa quietud marmórea. Es increíble que podamos saber lo que ha sucedido en el fútbol en las últimas décadas y seamos incapaces de recordar quién cambió el artículo 135 de la constitución, quién privatizó casi todas las empresas públicas, quién desindustrializó el país y quienes son los que han saqueado el dinero de todos y todas nosotras.


Por último, si Rajoy es nuestro presidente es porque, como sociedad, nos lo merecemos. Sino somos capaces de exigir más a nuestros representantes, participar, criticar, luchar y pensar. Entonces, tendrá razón el sangriento dictador y de verdad se quedo todo “Atado y bien atado”.